“Venezuela duele, uno tiene familiares allí”: el lado crítico de Gabriel Cichero

Mientras permanece en aislamiento preventivo con su familia en Barcelona, España, el futbolista caraqueño hizo un repaso de su trayectoria para El Diario y expresó su opinión sobre la crisis que golpea a Venezuela


Por Manuel Alejandro Ramírez | @manuramirez95


Su recorrido como futbolista profesional inició cuando era un adolescente de 17 años, mientras radicaba en Uruguay y jugaba con el filial del Montevideo Wanderers. Al año siguiente, en 2003, dio el salto a la máxima categoría con el primer equipo bohemio, en el cual disputó 35 partidos y anotó 1 gol.
Su destacado desempeño causó que la selección sub-20 de Uruguay se interesara en reclutarlo, pero Gabriel Cichero se negó porque su objetivo era defender los colores de su país. Solo fue cuestión de meses para que recibiera el llamado con la Vinotinto sub-20, que en ese entonces era dirigida por Richard Páez.
“Tuve que dejar muchas cosas atrás para lograr todo lo que tengo, y eso es un premio a toda la constancia y dedicación. A pesar de todas las dificultades por las que pasé, pude encaminar unas experiencias increíbles, tanto en el extranjero como en Venezuela. Gracias a Dios, nadie me regaló nada. Esa es la recompensa más grande”, declara el caraqueño en exclusiva para El Diario, sin detallar tales dificultades por las que pasó durante su juventud.

El defensor zurdo ya no es un juvenil, está próximo a cumplir los 36 años de edad mientras disfruta los últimos episodios de su carrera en la tercera división de España —cuarta categoría más importante del balompié español, por debajo de la Segunda División B— con la Unió Atlètica d'Horta.
Jamás pensó que haría vida en una categoría no profesional, pero su mentalidad y espíritu es fuerte, asegura. A pesar de la edad, mantiene unas condiciones físicas “espectaculares” porque entrena de manera constante, se cuida y trata de ser lo más profesional posible.  
“36 años. Es una etapa muy linda en la vida del ser humano. Siento que podría jugar en primera división, pero decidí darle estabilidad a mi famila aquí, en Barcelona. No es fácil empezar de cero en otro país si eres jugador de tercera división, porque económicamente no es lo mismo. Gracias a Dios, mi familia y yo estamos sanos y nos sentimos contentos. Eso es lo que verdaderamente vale en esta vida”, opina.
A Gabo, como es conocido, le ha tocado reinventarse. Aparte de dedicarse a Creating Winners, su marca personal, ha cambiado de club de manera constante en estos últimos años. No ha sido sencillo, considera, puesto que compara esta etapa de su profesión con la de sus inicios. Lo positivo es que ahora es un jugador reconocido y veterano, con más experiencia.
“Muchos futbolistas hacen dinero durante su trayectoria, pero no todos se sienten felices. Lo importante es que sepas disfrutar las oportunidades, porque esta carrera se acaba muy rápido. Ahorita siento como si tuviera 17 años en Uruguay, yéndome en autobús y jugando en canchas de tierra, porque estoy comenzando una nueva etapa. Hay que tener mucha paciencia”, confiesa.
Repaso por su carrera
Después de su pasantía con el Montevideo Wanderers, el venezolano se marchó en 2006 al Lecce italiano. Meses más tarde fue traspasado al Vihren Sandanski, de Bulgaria. En 2007 retornó a Venezuela para firmar con el Deportivo Italia, y en 2008 fue prestado al New York Red Bulls, donde fue subcampeón de la Major League Soccer.
De allí el Caracas FC compró la ficha de Cichero, quien vivió dos aventuras con el conjunto de la capital. La primera fue en 2009, uno de los mejores años en la historia de los “Rojos del Ávila”. No solo se titularon campeones de primera división, sino que también alcanzaron los cuartos de final de la Copa Libertadores.
El zaguero fue protagonista en aquella eliminatoria contra Gremio de Porto Alegre. Con un cabezazo al minuto 2 de partido, tras una falta ejecutada por José Manuel Rey, puso en ventaja a los avileños en el partido de ida, disputado en el Estadio Olímpico de la UCV. “Fue un golazo. Me encantó porque di un tremendo salto”, recuerda con alegría.
La ida finalizó 1-1. Los capitalinos se quedaron a un paso de hacer historia y conseguir el pase a las semifinales, empataron sin goles para el compromiso de vuelta, en vista de que los brasileños se vieron beneficiados por el tanto de visitante en Caracas.
Luego de brillar una temporada en Argentina con el Newell's Old Boys, en condición de préstamo, el criollo fue contratado en 2011 por el Racing de Lens, de la Ligue 2 de Francia. Ese año venía de marcar otra anotación histórica para el balompié criollo. En aquella oportunidad, fue con la Vinotinto en la Copa América de 2011.
La selección nacional, dirigida en ese entonces por César Farías, se había metido por primera vez a una semifinal del certamen continental, al dejar en el camino a Chile en el Estadio San Juan del Bicentenario.
Oswaldo Vizcarrondo, quien peinó un servicio a pelota detenida de Juan Arango, inauguró la pizarra al minuto 34; pero Humberto Suazo puso el empate al minuto 70. A diez minutos de culminar el tiempo reglamentario, cuando Chile tenía contra las cuerdas a Venezuela, Arango volvió a cobrar una falta, el portero Claudio Bravo dejó un rebote dentro del área y Gabo apareció para callar bocas y dejar cifras definitivas.
“Para mí, ese gol ante Chile fue el más importante en la historia de nuestra selección. Fue el que unió a 30 millones de venezolanos. Si hay algún gol que pueda sobrepasar ese momento es el que nos lleve a un Mundial; así que esperemos que pronto venga, porque Venezuela lo necesita y lo merece”, comenta.
Anécdota con Messi
Meses posteriores a la Copa América, la Vinotinto cayó por la mínima en un amistoso contra Argentina en Calcuta, India, donde Cichero tuvo la oportunidad de compartir con Lionel Messi —quien ese día estrenó la capitanía con la Albiceleste— y Javier Mascherano cuando arribaron a la metrópolis hindú.
El caraqueño nunca se llegó a imaginar que se conseguiría al hoy capitán del FC Barcelona y a Mascherano en el avión, dirigiéndose hacia el mismo destino. Entre risas, narra que a los tres los trasladaron en un autobús escolar hacia el hotel de concentración de Calcuta.
“Imagínate a Messi viajando en un autobús escolar, con todos los hindúes persiguiéndonos en motos. Fue algo insólito. Después de aquel partido, nos dimos un abrazo y él me dio su camiseta, que es muy especial, porque va a estar conmigo durante mucho tiempo, espero, y luego traspasarla a mis hijos”, relata.
Cuarentena en casa
La pandemia del coronavirus (Covid-19) ocasionó la paralización del deporte mundial. Atletas profesionales y amateurs se ven obligados a entrenar en sus domicilios para mantenerse en buenas condiciones físicas y así tratar de mantener el nivel competitivo.
Gabriel Cichero saca provecho de esta situación no solo para entrenar, sino también para pasar tiempo de calidad con su familia: “Mi esposa y yo hemos aprovechado al máximo esta cuarentena para estar con los niños en casa, ver películas y jugar, porque no teníamos tiempo ni para ellos ni para nosotros”. 
Hasta la fecha, los datos de la Universidad Johns Hopkins reflejan que España es la segunda nación más afectada por la pandemia (por detrás de Estados Unidos) con al menos 160.000 casos y más de 16.000 fallecidos.
“En España está todo trancado. Uno se asoma en las ventanas y no ves a nadie, no hay ruido. La gente se está viendo golpeada económicamente. Vas a la farmacia o al supermercado y es como si no entendieras nada. Sientes que estás en una película. Te preguntas si es una pesadilla. Nadie sabe cuánto tiempo va a durar esto. Es una gran incertidumbre que hay que saber manejar, porque esto puede generar depresión y ansiedad. Hay que estar con Dios y tener fuerza”, dice.
Pese a que tiene varios años en el extranjero, el zaguero de ojos verdes no se olvida de Venezuela. Le gustaría regresar, pero el miedo a la inseguridad y un puñado de razones se lo impide. Lamenta que el país se vea golpeado por la crisis, y que muchos ciudadanos hayan tenido que migrar para buscar una mejor calidad de vida.
“Siento que cualquier futbolista entiende la situación del país, es crítico. Uno no puede estar callado toda la vida, porque Venezuela duele y uno tiene familiares allí. Es el país que uno más ama. Todos estamos sufriendo. El daño más grande que se la he hecho a los venezolanos es la separación familiar”, manifiesta.
Sin embargo, él es optimista. Cree que más temprano que tarde llegará un cambio al país. “Estamos viviendo un momento muy duro, pero con la confianza de que pronto va a terminar esta tormenta. Estoy seguro de que volveremos a verle una sonrisa a todas las familias”, agrega.
Otras perspectivas
Gabo ha recibido cualquier clase de comentarios en las redes sociales por su forma de jugar, desde saludos y elogios hasta responsabilizarlo de los goles que recibía la Vinotinto en partidos oficiales. Pero él afirma que está acostumbrado a las críticas y hace caso omiso a las mismas. 
“La gente critica cualquier cosa en las redes: si juegas bien, si juegas mal, si eres feo o bonito, si les caes bien o si les caes mal. Yo estoy tranquilo y feliz. Los que me critican me hacen ver que he sido un jugador importante en la selección, que hice grandes cosas. Yo me río bastante de esos comentarios”, afirma con determinación.
Cuenta que no conoce a José Peseiro, el nuevo director técnico de la Vinotinto, a quien le desea el mayor de los éxitos. Lo que sabe del portugués es lo que ha leído en las noticias. Critica que la Federación Venezolana de Fútbol (FVF) se haya demorado dos meses en nombrar al seleccionador nacional.
“A Peseiro le tocó en una etapa muy difícil, porque ellos (la FVF) tardaron demasiado en escoger a un técnico. Tantos nombres que se colocaron sobre la mesa para luego armar un show mediático. Además, con este tema de la pandemia, se le complica aún más viajar, conocer a los jugadores, verlos y estudiarlos. Espero que consiga el objetivo: clasificar al Mundial. Sé que es muy duro, pero todo es posible en esta vida”, expresa.
A Cichero le pasa por la mente colgar los botines con el Caracas FC. Inclusive, se ofreció al cuadro capitalino hace unos meses —cuando Ruberth Quijada fichó por el Alianza Lima en enero de 2020— y hasta estuvo dispuesto a dejar a su esposa e hijos en Barcelona con tal de cumplir tal deseo, pero la directiva avileña rechazó su propuesta.
“Lo intenté, pero no se pudo y ya está. Yo me siento muy agradecido con el Caracas, siempre lo he dicho. Allí viví muy buenos momentos. Así como yo le di mucho a ellos, ellos me dieron mucho a mí, en todos los sentidos. Hoy en día tienen una gran directiva, con un presidente ejemplar y un gran técnico. Uno tiene que seguir adelante. Ojalá que más adelante pueda unirme con ellos en otras cosas”, revela.
Estima que la política de los clubes de la Liga Futve ha cambiado: “Hoy en día lo que se busca es dinero, tener muchos jugadores juveniles y venderlos rápidamente para obtener ganancias. Uno lo respeta”.
Gabo ha pasado por las filas de 16 equipos. Además de los ya mencionados, compartió vestuarios con sus compatriotas Oswaldo Vizcarrondo y Fernando Aristeguieta en el Nantes francés (2012-2014). Estuvo un período en Suiza (Sion, 2015-2016) y en India (Odisha, 2018). Asimismo, en Venezuela vistió la camiseta de Mineros de Guayana (2014-2015) y Deportivo Lara (2017).
Antes de portar la camiseta de la Unió Atlètica d'Horta, pasó por L'Hospitalet (2018-2019) y el Lorca Deportiva (2019). Más allá de que ahora hace vida en una categoría que está lejos del máximo nivel, el caraqueño se siente conforme con su trayectoria y de todo lo que ha logrado.
“La gente cree que por estar en tercera división no estoy en ritmo, pero esta categoría en España es muy competitiva, puede competirle a la primera división de Venezuela. Los jugadores entrenan y se preparan distinto. Si me toca colgar los botines en España, pues lo haré muy tranquilo”, culmina con certeza.

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