Armando Galarraga: diez años de un juego "casi perfecto


Este martes 2 de junio se cumple una década de la injusticia que vivió el entonces lanzador de los Tigres de Detroit por parte del umpire Jim Joyce. Lo que ocurrió después de este episodio es una muestra de honor al deporte | Foto: Getty Images
Por Manuel Alejandro Ramírez | @manuramirez95
La pizarra marcaba dos outs en el noveno inning. Los Tigres de Detroit se imponían 3-0 a los Indios de Cleveland el 2 de junio de 2010. La multitud de fanáticos en el Comerica Park se encontraba de pie, a la expectativa de lo que podría convertirse en una hazaña memorable. Armando Galarraga había retirado en fila a 26 bateadores y estaba a un out de alcanzar la perfección.
El lanzador venezolano se veía sonriente, pero al mismo tiempo concentrado. Se mostraba convencido de que estaba a un paso de convertirse en el lanzador número 21 —segundo latinoamericano— en conseguir un juego perfecto en la historia de las Grandes Ligas. La algarabía era evidente. Tan solo faltaba despachar al novato Jason Donald para bañarse de gloria.
La cuenta indicaba una bola y un strike. Donald conectó un rodado entre la primera y la segunda almohadilla. Miguel Cabrera tomó la decisión —arriesgada— de abandonar la inicial para fildear la bola. Galarraga cubrió su posición y atrapó el disparo de Cabrera mientras pisaba la base.
Todo parecía indicar que la pelota llegó al guante del serpentinero antes de que el novato tocara la almohadilla. Hubo out. Cabrera y Detroit celebraban, pero solo por unas fracciones de segundo.
Luego de la jugada, el umpire de la primera base, Jim Joyce, decretaba safe. No hubo ningún tipo de titubeos de parte del juez. La alegría en el Comerica Park se convirtió en abucheos. Galarraga sonreía incrédulo. Cabrera se colocaba las manos en la cabeza en señal de asombro. Hasta Donald se notaba atónito con lo que estaba pasando.

La repetición televisiva demostraba que hubo out. La cámara lenta indicaba que la bola fue capturada por Galarraga medio paso antes de que el pie de Donald tocara la inicial. Joyce se había equivocado. Cabrera, visiblemente molesto, no paraba de reclamarle al juez de bigotes amarillos, pero ya no había vuelta atrás. El juego perfecto ya no era posible.
El pitcher derecho retiró al siguiente bateador y completó un juego con un solo hit. Detroit se llevó la victoria de manera contundente, pero con el sabor agridulce de que al venezolano le habían robado una hazaña histórica. En ese entonces, la revisión de jugadas no estaba implementada. No había forma de invalidar la acción de Joyce y así dictaminar el out 27.
“Nadie es perfecto. Todos somos humanos y cometemos errores. A veces, tomamos decisiones erróneas y le doy crédito al árbitro al decirme: ‘Hey, necesito hablar contigo, porque realmente tengo que decir que lo siento’. Él no habló mucho. Su lenguaje corporal dijo muchísimo. Sus ojos estaban llorosos. Solo nos dimos un abrazo. ¿Qué más se va a hacer? Estaba molesto cuando se dio la situación, pero no sabes cómo sentirte. Son tantos sentimientos a la vez que no sabes cómo reaccionar”, dijo el serpentinero a los medios cuando finalizó el encuentro.
Galarraga realizó 88 lanzamientos —67 de ellos fueron strikes— ante Cleveland. De no haber sido por el error del umpire, el cumanés habría alcanzado la perfección con menor número de lanzamientos hechos (83) desde los 74 envíos de Addie Joss en 1908, y el juego perfecto más corto desde el que protagonizó Sandy Koufax en 1965. 

Asimismo, habría sido el segundo juego perfecto en Las Mayores en tan solo cuatro días, puesto que Roy Halladay había lanzado uno con los Filis de Philadelphia el 29 de mayo de ese año, y el tercero en 24 días si se toma en cuenta el que concretó Dallas Braden con los Atléticos de Oakland el 9 de mayo.
Pero la tragedia se convirtió en una muestra de honor al deporte. Antes del compromiso del día siguiente, el venezolano fue el encargado de entregarle la tarjeta con las alineaciones a Joyce. El árbitro se disculpó entre lágrimas con el pitcher, quien aceptó el fallo con dignidad y respeto.
“Mi error le costó a ese muchacho un juego perfecto. Estaba convencido de que el corredor llegó safe, hasta que vi la repetición. Fue la decisión más importante de mi carrera. Yo hubiera sido el primero en reclamar. No los culpo por lo que dijeron (los jugadores de Detroit), pero él (Galarraga) no me dijo nada”, expresó el árbitro, quien se retiró en 2017.
Desde ese momento, el rendimiento de Galarraga sobre el montículo desmejoró. Su carrera se fue en declive. Ya no era el mismo, a pesar de que recibió un Corvette rojo como premio de consolación y ganó fama.

En enero de 2011 fue enviado a los Diamondbacks de Arizona. Un año más tarde recaló como agente libre en las divisiones inferiores de los Orioles de Baltimore. En mayo de 2012 se marchó a las granjas de los Astros de Houston. 
Posteriormente, firmó un contrato de ligas menores con los Rojos de Cincinnati en enero de 2013, y ese mismo año fue enviado a una sucursal de los Rockies de Colorado. En enero de 2014 llegó a un acuerdo para recalar en las granjas de los Rangers de Texas, su primer equipo en Las Mayores.
En abril de ese año se mudó a la Liga de Beisbol Profesional China, con Los Chinatrust Brother Elephants. Su próximo destino fue la Liga Mexicana, con los Pericos de Puebla, hasta que se retiró en diciembre de 2015.
En el mejor beisbol del mundo solo quedan registros de 23 juegos perfectos. Casualmente, el último fue el que completó Félix Hernández —único venezolano en obtenerlo— con los Marineros de Seattle en 2012. 
El que consiguió Armando Galarraga no ha sido reconocido de manera oficial, pero al menos quedó inmortalizado como el juego perfecto de 28 outs. Su actitud deportiva quedó como un ejemplo a seguir. Hace una década no se podían revisar las jugadas, ahora sí. Quién sabe si en algún momento las Grandes Ligas haga justicia y lo reconozca.

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