De futbolista a pastor: la historia del vinotinto Fernando de Ornelas


Mientras cumple con el aislamiento preventivo en Noruega, “El Trotamundos” relató para El Diario que, a raíz de su relación con el Señor Jesucristo, cambió las fiestas, los cigarrillos y las bebidas alcohólicas por amor, felicidad y paz en su vida

Por Manuel Alejandro Ramírez | @manuramirez95

A Fernando de Ornelas se le conoce como “El Trotamundos”, debido a que  desarrolló su carrera a lo largo y ancho del mundo, en al menos nueve países. Abrió muchas puertas. Fue el primer venezolano que migró del balompié europeo al asiático en dos oportunidades. Por algo es el segundo vinotinto con mayor número de clubes en los que ha jugado, por detrás de Ricardo David Páez.
Su trayectoria como delantero es de 20 años. Luego de jugar en Venezuela con Maritimo (1993-1996 y 1997) y Deportivo Táchira (1996), en 1998 vivió su primera experiencia internacional con el Happy Valley, de Hong Kong, cuando tenía 22 años de edad. Fue difícil vivir en medio de la soledad, admite, extrañaba comer con sus padres en la misma mesa.
“Fue muy duro vivir solo en la otra parte del mundo, hablamos de casi 12 horas de diferencia con respecto a Venezuela; aprender a madurar, tener que hacerme mi propia comida, salir a comprar o hacer diligencias solo, fue muy marcante. Fue el precio que uno tuvo que pagar en ese momento para estar en el extranjero, pero al mismo tiempo formó mi carácter. Eso lo agradezco ahora”, cuenta el ex futbolista en exclusiva para El Diario. 
El hombre de tez blanca y nariz redonda es elocuente, expresivo y empático a la hora de responder. Son muchas razones por las que hizo vida en tantas naciones, dice. Luego de haber estado un año en Hong Kong, donde fue goleador y quedó campeón, se mudó para el Crystal Palace, que en ese momento se encontraba en la segunda división de Inglaterra.
“El Crystal Palace estaba pasando por un problema económico muy complicado, a tal punto de que iba a quebrar; por esto tuve que tomar la decisión de irme al Celtic, en Escocia. Luego hubo cambio de entrenador, con un nuevo sistema y nuevos jugadores, y tuve que cambiar de equipo nuevamente. Entonces fueron diferentes situaciones que causaron que yo tuviera que cambiar de equipo y de países”, detalla.
A pesar de que jugó pocos partidos, su etapa en el Celtic fue uno de los períodos más especiales de su vida. No solo tuvo la oportunidad de ser dirigido por Kenny Dalglish —leyenda británica que alzó tres la Copa de Europa con el Liverpool— y de compartir vestuarios con Henrik Edward —goleador sueco y campeón de la Champions League con el Barcelona— sino que también conoció a Andreína, quien se convirtió en su esposa.
En el año 2000 se probó con el Slovan Bratislava, de Bulgaria, pero en 2001 regresó a Hong Kong, donde jugó para el South China. Ese mismo año retornó a Inglaterra para fichar por el Queens Park Rangers, institución en la que también vio poca acción.
A su mente llega su pasantía en el Club Sport Marítimo (2002), de Portugal, donde tuvo la oportunidad de coincidir con el venezolano Danny Alves, quien representó a la selección de Portugal en el Mundial Sudáfrica 2010, y con Képler Laverán Lima Ferreira, mejor conocido como Pepe.
“Mi etapa en Portugal fue muy linda, debido a que se cumplió el sueño especial de mi papá, quien es portugués: jugar con el Marítimo de Venezuela y el de Portugal. Nunca pensé que, después de un tiempo, vería a Pepe con la camiseta del Real Madrid. Fue muy lindo saber que pudimos disfrutar una temporada juntos”, recuerda con nostalgia.
Su tercer periplo en el fútbol asiático se dio ese mismo año, con el Gansu Tianma de la segunda división china. “La cultura asiática se diferencia mucho a la nuestra. La comida es muy diferente a lo que nosotros estamos acostumbrados”, infiere.
Relación con Cristo
Fernando se crió en un hogar católico. Relata que en su juventud cumplía con la regla de ir todos los domingos a misa para estar en contacto con Dios. Sin embargo, el resto de los días hacía lo que le daba la gana: salía a fiestas, consumía bebidas alcohólicas y fumaba cigarrillo, hábitos que, según su criterio, destruían su vida profesional y personal.
Durante su estadía con el Marítimo de Madeira, él y su esposa estaban pasando por un momento complicado en la relación, hasta llegaron a vivir separados, pero los dos recibieron con los brazos abiertos al Señor Jesucristo y asegura que así salvaron el matrimonio. Sus vidas cambiaron de forma radical, comenta.
“Nuestras vidas dieron un giro de 180°, en nuestras decisiones y en nuestras prioridades. Así como Jesús cambió el agua en vino, él cambió todos esos malos hábitos en amor, felicidad y paz en nuestro matrimonio. Por eso mi esposa y yo iniciamos una relación constante con él desde 2002, en la que tenemos una comunicación activa, no una relación de un domingo o de una reunión de oración. La palabra dice que conoceremos la verdad, y la verdad nos hará libres”, dice.
“El Trotamundos” hizo maletas en 2003 para Alemania, donde jugó en la segunda categoría con el FC Núremberg. En ese momento conoció a un pastor que le hizo saber que el Señor lo necesitaba para algo más; no solo para jugar fútbol, sino también para ser un instrumento que compartiera su palabra. Por eso se dedicó a servir en la iglesia cristiana como pastor.
“Siempre habrá personas que van a criticar la religión, porque nunca vamos a poder cumplir con toda la gracia del Señor. Ya todo fue hecho, ya todos nuestros pecados fueron pagados por Jesús en la cruz. Nosotros lo que tenemos que hacer es creer y aceptar ese regalo, pero también tenemos que confesarlo. Por eso tenemos que tener claro que la religión en sí siempre va a traer polémica o discusión”, opina.
Participación con la Vinotinto
Para el caraqueño es difícil elegir cuál fue la etapa que más disfrutó como futbolista. Fueron muchas ligas en las que hizo vida, pero en esta oportunidad decide enfocarse en la que, bajo su consideración, es con la que todo futbolista venezolano sueña: representar a la Vinotinto.
El ex delantero integró aquella selección que apodaban como “La Cenicienta”, cuando la dirigía José Pastoriza, y luego formó parte del “Boom Vinotinto” que comandó Richard Páez. “Lo que uno siembra es lo que cosecha, pero sin duda que el que más cosechó fue el profesor Richard Páez”, complementa.
De Ornelas disputó 30 partidos y agitó las redes en cinco oportunidades con la Vinotinto, de acuerdo con la web Transfermarkt. Fue el encargado de darle el primer triunfo a Venezuela frente a una selección europea en el viejo continente, cuando derrotó 1-0 a Austria en un cuadrangular amistoso que se disputó en Suiza, previo a la Copa América de 2007.
“Uno de los momentos que más me marcó en mi carrera fue jugar en la Copa América que se efectuó en Venezuela, en 2007. Fue uno de los sueños que el Señor me permitió vivir; también los años como futbolista que viví en Noruega, donde hice muchos goles y dejé el nombre de Venezuela muy en alto”, manifiesta con entusiasmo.
Vida en Noruega
Fernando tiene 15 años establecido en Noruega con su familia. Sus primeros seis meses en la nación nórdica fueron difíciles, admite, pero después empezó a jugar de manera regular y marcar goles. 
Debido a sus buenas presentaciones, se ganó el cariño de los fanáticos. “Se tomó mucho aprecio a mi familia, y eso nos dio muchas facilidades de acostumbrarnos a la vida en Noruega”, agrega.
Explica que viajó a Venezuela con su familia para que sus hijos tuvieran la oportunidad de conocer el país donde nacieron sus padres. En ese momento jugó para Monagas Sport Club (2008) y Zulia FC (2009). No obstante, considera que no le fue bien en su retorno al balompié venezolano
“Mi esposa y yo sentimos paz en el corazón cuando regresamos a Noruega, después de un tiempo corto en Venezuela. Vimos que el plan que Dios tenía para nosotros no era allá, sino en Noruega. Esa era la decisión que tomamos. No fue fácil decirle a nuestros padres que volveríamos a mudarnos a un país para empezar desde cero. Ellos lo respetaron y hoy en día podemos ver que fue una decisión sabia”, reflexiona.
A pesar de que fue campeón como entrenador en la tercera y cuarta división noruega, justifica que abandonó los banquillos en el ámbito profesional en vista de la pasión por servir a Jesucristo, de poder transmitir la palabra de Dios y en cómo puede impactar en las vidas del ser humano.
“Todavía sigo ligado al fútbol, aunque de una manera no profesional. De alguna u otra forma estoy en contacto con el club donde jugué y estoy como entrenador de forma voluntaria en un equipo donde hay jóvenes de 15-16 años, ahí está mi hijo. Tengo la posibilidad de usar eso como canales para compartir los valores y principios bíblicos”, declara.
Mientras cumple con el aislamiento preventivo en Noruega, debido a la pandemia del Covid-19, el caraqueño confiesa que extraña Venezuela. La última vez que estuvo en el país fue en 2019 para fundar una iglesia en Maturín, luego de siete años sin haberlo visitado.
“A pesar de que no me quiero enfocar en la política porque no viví en Venezuela en estos últimos años, es doloroso ver lo que está viviendo mi país. En estos momentos, para los venezolanos que estamos de este lado del mundo, lo que nos toca es orar; clamarle al Señor que en algún momento pueda darle una solución”, expresa.
Fernando de Ornelas predicó la palabra de Dios en el terreno de juego, ahora lo hace desde un estrado. Sostiene que ponerse la camiseta de Jesucristo fue el gol de su vida, y es que la esencia de lo que está dentro de su corazón es transmitir los principios de la biblia y tratar de enseñar que hay un camino. “Ese camino se llama Jesucristo”, culmina con una sonrisa.

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