Kobe Bryant, la estrella del baloncesto que murió siendo una leyenda

“Black Mamba”, como era conocido, falleció este domingo 26 de enero a raíz de un accidente de helicóptero en el área de Calabasas, en California. En El Diario hicimos un repaso de su vida


Por Manuel Alejandro Ramírez | @manuramirez95


Ídolo de varias generaciones. Embajador de la NBA. Determinante en momentos decisivos. Jugador de carácter fuerte y competitivo. Lo más parecido a Michael Jordan en el tabloncillo. Carrera intachable. Ser humano ejemplar. Cualquier oración se queda corta para describir lo que representa Kobe Bryant.
De tristeza, conmoción y luto está envuelto no solo el baloncesto, sino también el deporte mundial, porque semejante leyenda partió de este mundo de una forma trágica. Las luces de su vida se apagaron este domingo 26 de enero en un accidente de helicóptero en Calabasas, cerca de Los Ángeles, California.
La aeronave se estrelló contra unas montañas y no hubo sobrevivientes. El ex basquetbolista viajaba en su helicóptero personal con ocho tripulantes. Entre ellos, se encontraba Gianna, su hija de 13 años, quien lo acompañaba y también practicaba baloncesto.
  • Kobe Bryant era primo de John Cox, basquetbolista venezolano que se bañó de gloria con la Vinotinto de las alturas en el FIBA Américas de 2015
Más allá de este lamentable acontecimiento, la biografía de Kobe Bryant es apasionante. La ciudad de Filadelfia, en Pensilvania, lo vio nacer el 23 de agosto de 1978. Hijo del también enebeísta Joe Bryant, el ícono de Los Angeles Lakers vivió en Italia desde los seis años, donde aprendió italiano y español.
A pesar de que su sueño era convertirse en basquetbolista profesional, también le gustaba el fútbol. De hecho, en varias entrevistas afirmó que se habría convertido en futbolista profesional si no se hubiera marchado de Italia. De hecho, se hizo fanático del AC Milan y del FC Barcelona, donde llegó a conocer a Ronaldinho, Lionel Messi e Iniesta.
En 1991, tras el retiro de su padre, retornó a Estados Unidos y empezó a formarse como basquetbolista. Su camino en el mejor baloncesto del mundo empezó en 1996. Los Charlotte Hornets lo eligieron en la posición número 13 del Draft, pero el novel escolta había manifestado su deseo de recalar en otro combinado.
Bastaron dos semanas para que fuese traspasado a Los Angeles Lakers, institución en la que duró 20 años, hasta su retiro, y se hizo un nombre entre los mejores basquetbolistas que han pisado el Staples Center.
Nacimiento de una figura
En su temporada de novato, participó en el Concurso de Mates de 1997, disputado en Cleveland, y con solo 18 años se convirtió en el ganador más joven de la historia del evento. En su segunda campaña ya era el basquetbolista más joven en disputar un Juego de Estrellas, y eso que no era titular en su equipo.
Con la contratación de Phil Jackson para el banquillo californiano, Bryant se ganó un puesto en el quinteto titular en 1999 y sufrió una metamorfosis en su manera de jugar, al punto de transformarse en uno de los mejores escoltas de la liga. Inclusive, era apodado “Black Mamba”, debido a que cada vez que encestaba la pelota lo hacía de forma letal, como si se tratase de la picadura de una serpiente.
El oriundo de Filadelfia formó dupla con Shaquille O’Neal y alcanzaron la consecución de tres campeonatos (threepeat) de la NBA, entre 2000 y 2002, luego de que la franquicia angelina esperara 12 años para levantar el máximo galardón.  
Bryant ya estaba consolidado como una estrella. En enero de 2006 logró ante los Toronto Raptors la segunda mejor marca anotadora de la historia de la liga: 81 puntos, una cifra que solo es superada por los 100 contables que consiguió Wilt Chamberlain en 1962.
Del 8 al 24
En verano de ese año decidió cambiar el dorsal 8 de su camiseta por el 24, el cual lucía en su etapa de estudiante. Posteriormente, fue premiado como el Jugador Más Valioso (MVP) del curso 2007/08. Después de perder las Finales ante los Boston Celtics, conquistó dos anillos consecutivos (2009 y 2010) y fue el MVP de ambas Finales. 
Una rotura del tendón de Aquiles en abril de 2013 y una lesión en el hombro derecho en enero de 2015 mermaron su rendimiento. Ya no era la misma estrella de antaño, así que decidió cerrar el telón de su exitosa carrera en 2016, año en el que su equipo ni siquiera clasificó a los Playoff. 
Su última noche fue memorable. El Staples Center lo recibió como una leyenda. “Black Mamba” concretó 60 puntos ante los Utah Jazz (23 de ellos en el último cuarto). Ese mismo año, la ciudad de Los Ángeles proclamó el 24 de agosto el Día de Kobe Bryant. En diciembre de 2017, los Lakers retiraron los dos números con los que jugó.
Estrella fuera de las canchas
Además de que fue un exitoso basquetbolista, Bryant conquistó el corazón de sus fanáticos. En 2007 creó junto con su esposa la Fundación VIVO —hoy conocida como Kobe Bryant & Vanessa Family Foundation—  con el objetivo de mejorar las vidas de los jóvenes y familias necesitadas.
Asimismo, fue Embajador Nacional de After-School All-Stars, un programa de apoyo educativo para jóvenes en situación de riesgo, y formó parte de otras organizaciones de carácter social.
Su grandeza trascendió fuera de los tabloncillos cuando la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas lo premió en 2018 con un Oscar por su cortometraje “Dear Basketball” (Querido Basquetbol), en el que narra, mediante imágenes animadas, la carta que escribió cuando colgó los botines.

Hasta el día de su vida, el estadounidense demostró la clase de deportista y persona que fue. La noche del 25 de enero felicitó en las redes sociales a LeBron James, quien, con el uniforme de los Lakers, lo destronó como el tercer máximo anotador de todos los tiempos en la NBA. 
El legado de Kobe Bryant va más allá de los anillos, los récords y los reconocimientos que cosechó en su prodigiosa carrera. El vacío y el dolor que causa su partida física es inminente, pero su figura quedó enmarcada para la posteridad. Y es que “los héroes van y vienen, pero las leyendas son para siempre”.

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